Mal partido del CAI

El rebote condena al CAI
EL PERIÓDICO
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Una única variable de las decenas que componen un partido de baloncesto tumbó al CAI Zaragoza en Málaga. El Unicaja capturó 23 rebotes ofensivos, 23, que supusieron 21 lanzamientos más a canasta para el conjunto andaluz y acabaron haciendo imposibles los esfuerzos de un CAI irregular y, de nuevo, con numerosos problemas en ataque. El equipo aragonés no alcanzó ni los 70 puntos (69), otra de las cuestiones que le dificultaron la pelea. Porque pese a la diferencia abismal en el rebote, el equipo aragonés podía haber ganado el partido. Ahora la próxima jornada ante el Obradoiro adquiere viso de final por la permanencia, con ambos equipos empatados a siete triunfos y los gallegos en una dinámica en franca decadencia.
La defensa en zona que, alternativamente con una individual, suele utilizar el CAI Zaragoza desde la llegada de Andreu Casadevall abre el juego rival, obliga al oponente a lanzar desde lejos y dificulta la captura del rebote del equipo que defiende porque esos rechaces suelen caer lejos de la zona de influencia de los pivots, convirtiendo las capturas defensivas en una cuestión colectiva en la que deben implicarse los cinco que estén en la pista. Aun así, el CAI era el tercer equipo que más rebotes defensivos estaba capturando y, desde luego, esa complejidad no justifica la abisal diferencia que hubo ayer en el Martín Carpena. Se produjeron varias situaciones desesperantes con el Unicaja capturando cuatro y hasta cinco rebotes en la misma acción para acabar anotando.
Hubo otros factores que fueron erosionando las opciones del CAI en el partido. Fundamentalmente, la mala actuación de los bases, que ayer fueron los únicos jugadores del equipo que acabaron con valoración negativa. No fue el día de Tomás Bellas, desacertado en los lanzamientos, errático en la dirección. Tampoco lo fue de Sek Henry, que volvió a sufrir en exceso ante la presión rival, evidenciando una vez más sus problemas con el bote. Sin una dirección clara, el juego ofensivo del CAI careció de lucidez. Funcionó bien Benzing, ayer el más fiable, se enchufó en la recta final Kravtsov, pero volvieron a faltar ideas claras en el equipo aragonés.

ACELERÓN AL DESCANSO
Al Unicaja le bastó con pisar el acelerador justo antes del descanso para marcharse a vestuarios con la mayor diferencia hasta ese momento (42-34) y subir las líneas de presión en la reanudación para secar el ya de por sí escaso torrente ofensivo aragonés. Sin necesidad de realizar un partido deslumbrante, el Unicaja saltó pronto la barrera de los diez puntos de diferencia que el CAI ya no pudo recuperar con su pobre ritmo anotador y las dificultades para cerrar el rebote. Porque el Unicaja no necesitaba ni hacer buenos tiros, siempre tenía segundas y terceras oportunidades, las que hicieran falta hasta anotar.
El CAI se precipitó intentando recuperar la desventaja pero aupado al acierto de Kravtsov y de Benzing fue recortando en los últimos minutos hasta ponerse a cinco de distancia (71-66) con poco menos de tres minutos de juego por delante. Errores ofensivos y pérdidas absurdas de saques de fondo o tras recuperar una pelota fueron trabando aún más el juego del CAI. El Unicaja solo tuvo que vivir de las rentas y de su tremenda superioridad en el rebote ofensivo para doblegar al equipo aragonés, que no pudo repetir sus buenos resultados precedentes en el Martín Carpena. Ahora el equipo de Andreu Casadevall debe centrarse en el próximo partido, toda una final por la permanencia ante el Obradoiro.

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