“Muchas gracias por lo que has dado por este equipo. Muchos te recordaremos, más de los que piensas”. Con el sentido y espontáneo beneplácito de un transeúnte como carta de presentación, Javier Paredes (Oviedo, 1982), afable y accesible como pocos deportistas del verde, charló con AragonSport para explicar los detalles de su reciente despido del Real Zaragoza. El penúltimo capitán del club aragonés deja, a la fuerza, la entidad donde pasó los últimos siete años y la ciudad que ya ha elegido para pernoctar cuando el fútbol acabe.
Después de encontrarse actualmente sin equipo, ¿qué ocupa la vida de Javier Paredes, alguien con amplia trayectoria en Primera División, estos días?
Bueno… pues esperar a ver qué posibilidades hay de fichar por algún equipo, no perder la forma, entrenar más fuerte que antes por si llegase algo inmediato estar en disposición de jugar. Quiero agradecer al Huesca y al Sariñena que permitiesen entrenarme con ellos, aunque al final no pudiese darse. Y al Tudelano y al Teruel, con quienes me ejercito muchos días. También empiezo a mover cosas para el año que viene. El problema de mi situación es que las ligas importantes están ya cerradas y solo quedan opciones en ligas exóticas o extrañas a las que, a priori, nunca había pensado ir. Ahora es cuestión de pensar qué es lo mejor y esperar a la oferta que me guste.
Ligas exóticas. Eso implicaría hasta salir de Europa, claro.
Ahora mismo las ligas que están abiertas son Estados Unidos y Japón. Y a las que podría ir, al ser jugador en paro, son Taiwán, Tailandia, Ucrania, Polonia, Moldavia, Suecia, Finlandia, Malasia…
De todas ellas, por extraño que parezca, la más atractiva parece ser la oferta estadounidense.
El problema de Estados Unidos es que ir ahora supone olvidar ya el fútbol español. La temporada va de ahora hasta diciembre, cuando ya es raro que un equipo español vaya a firmarte. Con lo cual, es ya pensar estar tres o cuatro años en la liga americana y después dejarlo. Yo, por circunstancias familiares, me gustaría más seguir en España. Cuando José Mari se fue para allí, se lo dije. Si te vas, no vas a volver. Ahora, estará tres o cuatro años allí cobrando mucho mejor que en España y se volverá.
Entonces ir allí es algo que por el momento tampoco está demasiado en sus planes, ¿no es cierto?
Obviamente, en mi situación lo tengo que pensar todo. Por ejemplo a mi hija le vendría muy bien ir tres o cuatro años a Estados Unidos. Ahora estoy en ese periodo de que me lleguen las cosas y cuando lo hagan, pues tocará pensarlo: si lo mejor es continuar, dejarlo, o irme a otro lugar.
En alguna ocasión ha reconocido que no le disgustaría, una vez terminada su etapa como futbolista, estar ‘de ocho a ocho’ trabajando en una oficina. ¿Sigue esto rondando su cabeza?
[Ríe] Yo es que me veo. De abogado con mi padre siempre tendré una oferta encima de la mesa. No pienso estar en casa parado. Ahora porque me estoy poniendo en forma y eso pero no estoy dispuesto a quedarme en casa desde las 8 de la mañana. No estoy hecho para eso. De ocho a ocho. Yo sea donde sea, me veo con traje [Risas].
Hablando ya de sus últimos meses en el Real Zaragoza, cuando el club le comunica que debe buscarse una salida, ¿manejó alguna opción real de marcharse?
Las hubo. Yo siempre planteé al club que yo no pondría impedimento para salir pero que impondría una serie de condiciones. Después de siete años aquí tengo dinero aplazado a muchos años y lo que pedí eran ciertas garantías de cobro. Lo que nunca quise es que mi nombre saliese dentro de seis o siete meses relacionado con algún asunto de impagos. Si me iba, quería cerrar la etapa aquí y cuando viniese a Zaragoza lo hiciera para animar al equipo y poco más. Hubo posibilidades con dos equipos hasta el final, pero el Zaragoza pidió unas condiciones que no estaba dispuesto a cumplir.

El tema se volvió espinoso desde el principio, ya que tanto usted como Movilla y José Mari denunciaron al Real Zaragoza por impago.
La denuncia no era por causas económicas. Teniendo además en cuenta lo que se me adeuda de otros años y que nunca haya levantado la voz. El motivo de la denuncia era proteger nuestra situación laboral e intentar dar a entender que no estábamos de acuerdo en cómo se nos estaba tratando. De la única cosa que me arrepiento es de no haber dado una explicación al día siguiente de poner la denuncia. La denuncia era por el trato recibido en los últimos dos meses, algo que no íbamos a tolerar.
En su despedida oficial del club alegó que se sentía dolido por el trato recibido en estas últimas semanas.
Sí, pero me siento dolido no con el Real Zaragoza. Tras los siete años que he pasado aquí creo que tengo que estar muy agradecido por el trato recibido. Me siento dolido por el trato que el director general del club (Jesús García Pitarch) ha tenido hacia mí. Creo que después de siete años hay que tener en cuenta mucho más a las personas independientemente del problema personal que uno pueda tener. Su forma de actuar ha sido revanchista, perjudicando la imagen de un jugador que ha dado todo lo que pudo durante siete años.
Además, se dio el caso de que usted, capitán del Real Zaragoza, se enteró antes de su despido por la prensa que por comunicación directa del club.
Sí. Enterarme de lo que podía ser mi futuro a través de la prensa antes que del club ha sido tónica en los últimos meses. Eso fue lo que me hizo desconfiar desde un principio y tomar una serie de medias que en otro momento no hubiese hecho.
Todo comienza, según usted, después del encuentro en Jaén. ¿Fue entonces cuando su relación con García Pitarch se deteriora?
A partir de Jaén surge una lista de bajas que según la prensa se nos había comunicado y eso era falso. Yo lo que hice fue consultárselo a Moisés, a Jordi Bruixola y a García Pitarch. Ellos me dijeron que aquello no era cierto, que era todo invención de la prensa y que tenía que estar tranquilo. Un mes y medio después, un día antes de irme de vacaciones, y cuando me estoy cambiando en el vestuario, se me comunica que la idea del club es rescindir mi contrato. Al haber confiado en esas personas al principio y que su postura real resultase ser tan contraria, ya desconfío totalmente y pienso qué puedo hacer.
Dicho eso. ¿Se siente engañado por Jesús García Pitarch?
Sí. Yo acepto cualquier tipo de decisión deportiva, a partir de ahí, intentaríamos ver la mejor salida para todos. Pero lo que no me gusta es que la gente no me vaya de frente. El tiempo que he estado aquí, todo lo que he hecho lo hice de cara y siendo consecuente con lo que decía y hacía. Entonces me hubiera gustado que el trato fuese recíproco.

Calificó el cómo y el cuándo de su despido como una ‘vendetta’ por parte de la directiva.
El despido en esas fechas, no lo entiendo. Económicamente no ahorras nada, sino que cargas las arcas del club con más gasto todavía y deportivamente pierdes jugadores que el entrenador quería. Como no encuentro otra explicación, pienso que va encaminado a hacer el mayor daño posible.
Resulta extraño que toda esta situación se diese con futbolistas, como es su caso, que contaban para el técnico, Paco Herrera. Usted fue titular en muchas ocasiones. ¿Qué le transmitía el entrenador?
No puedo decir las conversaciones privadas que tuve con él porque necesitaría su autorización, pero sí puedo mostrar lo que comunicó a toda la plantilla el 31 de diciembre. Delante de todos dijo que tanto a José Mari, a Movilla y a mí que nos quería tener en la plantilla y lo que salía en prensa por su parte no era cierto. Él contaba deportivamente con los tres.
Medidas tomadas por la actual directiva, como lo es su despido, están siendo muy impopulares en el fútbol español.
Las razones “económicas” que aluden en algunos casos pueden tener razón o no, pero creo que lo que hacen es aplazar y aumentar un problema inmediato, multiplicándolo por dos o por tres, de cara al futuro. Hasta ahora, están intentando salvar una situación de una forma que creo no es la correcta.
¿Contempla la opción de demandar a los dirigentes del club por despido injustificado?
Sí, supongo que estos días se presentará la demanda correspondiente, porque un despido alegando causas económicas es difícil de entender. O la gestión económica del club de julio a febrero ha sido mala o el control presupuestario del Consejo Superior de Deportes cuando se formó la plantilla no fue el idóneo. Algo falla.
Es de imaginar que desde que se le comunica que tiene que buscarse equipo hasta que se hizo efectivo su despido, sus días no fueron los mejores.
A mí se me comunica la intención del director general el 23 de diciembre. Yo antes había hablado con el entrenador y él me dijo que me quería en el equipo. Entonces, me planteé la posibilidad de salir pero sabiendo que si me quedaba contaría para el entrenador. Por ese motivo, yo lo llevaba bien. Lo que se lleva mal es la incertidumbre. Cuando te sale alguna oferta, te planteas mucho si eso es lo mejor para ti y para tu familia.
¿Cuál fue la actitud del resto de compañeros de vestuario? Supongo que no estarían demasiado de acuerdo con la directiva.
Los compañeros estaban preocupados por nuestra situación y por lo que pudiera pasar con ellos dentro de un tiempo. Ocurrió en verano con Zuculini y ocurrió en invierno con más gente. Si esa es la dinámica que sigue el director general, es normal que la gente tenga nerviosismo.
¿Podría derivar la situación en una guerra entre el vestuario y los propios dirigentes mencionados?
No, guerra interna no. Pero el jugador lo que necesita para tener un buen rendimiento es tranquilidad. En los siete años que yo he estado en Zaragoza ha sido todo muy caótico, difícil de llevar, no había un año en el que se estuviese tranquilo. La situación de este año, fomentada por el director general, no ayuda a esa tranquilidad y no ayuda a que el equipo saque buenos resultados. Entonces, se produce un bajón en el rendimiento.
¿Cree que después de siete años, terminando además como capitán, le ha pesado no levantar la voz en ninguna ocasión en contra de Agapito Iglesias?
Muchos periodistas me han tachado de tener una relación total con Agapito, con quien he tenido tres o cuatro reuniones individuales, nada más. Mi relación con él no ha sido la que se ha hablado. A partir de ahí, por estar siete años entiendo que la gente piense eso, pero es totalmente erróneo. Además, no sé, en situaciones normales, qué trabajador se rebela ante su propio jefe. Yo las cosas con las que no estaba de acuerdo las he dicho en privado.
¿Qué le sugiere la teoría de que al Real Zaragoza no le interesa ascender este año para así no hacer frente a los pagos del convenio?
Yo pienso que un ascenso siempre es lo mejor para un equipo. Económicamente es un aumento de ingresos importante, independientemente de que se tenga que pagar el convenio. El ascenso revaloriza al jugador, aumenta ingresos por televisión, de taquilla… Tener como objetivo no ascender no pertenece ni a la historia del Zaragoza ni a la ambición que tiene esta ciudad.
A pesar de ya no pertenecer al club, Zaragoza estará muy presente para el resto de su vida.
Sí, claro. Mi hija nació aquí y fue bautizada en El Pilar, es decir, que es más maña que muchos [Ríe]. Mi idea era estar aquí la mayor cantidad de años posible. No sé a dónde iré ahora, pero Zaragoza será probablemente el sitio donde vaya a vivir cuando acabe mi carrera. He encontrado la que es mi casa ahora mismo.
Por lo que le pueda decir la gente por la calle, ¿qué recuerdo cree que deja en Zaragoza?
La gente me ha demostrado mucho aprecio. Yo soy una persona que se me podrá ver en cualquier supermercado o lugar público dispuesto a hablar de fútbol o de lo que sea. Desde que ocurrió esta situación, aún ha sido más la gente que me ha parado por la calle. Muchos para darme las gracias. En los últimos días he recibido muchos mensajes de apoyo y de cariño, que al final es con lo que me quedo. Como persona creo que he calado en mucha gente y como jugador pues tendré de todo: quien me quiera y quien me odie a partes iguales.
Después de tanto tiempo, alguna que otra anécdota con la gente habrá dejado por el camino.
Bueno... Se me ocurre una del partido Valladolid-Zaragoza en la temporada de José Aurelio Gay, el día que marcó gol el Chupete Suazo. Yo estaba lesionado y sin convocar. Por ello, me fui ver el partido a un bar con unos amigos. En mitad del partido fui a pedir algo a la barra y cuando estaba pidiendo, se me acercó un señor, un tanto bebido, a decirme que si estos del Zaragoza eran muy malos, criticando a todos, incluso al "Paredes ese". Yo le pregunté si era socio y si iba a La Romareda, a lo que contestó que todos los domingos desde hacía 15 años. Al cabo de un rato le dije que era Paredes. Entonces, el señor se pasó toda la segunda parte mirándome, pensando en si era verdad o no. Al final se dio cuenta y se fue meditando las barbaridades que me había dicho.
A lo largo de sus siete años en Zaragoza, ¿con qué momento, entrenador, jugador, hablando puramente de lo futbolístico, y compañero se quedaría?
Un compañero, con Pulido. Tuve muy buena relación con él en el Getafe y me parece alguien que hay que tener siempre en un equipo, tanto por su fútbol como por sus cualidades personales. Como jugador, el que más me sorprendió fue Matuzalem, aunque no tuvo suerte. Me parece que lo tenía todo para ser un crack mundial. Pero entre la lesión y que no se aclimató bien pues no alcanzó su mejor rendimiento. ¿Momento? Yo el día del ascenso contra el Córdoba estaba convencido de que si no ascendíamos, el club no tiraría para adelante. Aunque también es un logro menor. Ha habido momentos muy buenos, como las salvaciones ante el Levante y el Getafe… Pero bueno, me quedaría con el debut.
Con el tiempo que ha estado aquí, ¿qué opina sobre que en Zaragoza la presión siempre hace que el jugador ofrezca menos rendimiento del que debiera?
Zaragoza tiene presión porque históricamente ha ganado títulos, es un club con mucha solera, que representa a una comunidad con muchos habitantes, con una gran cantidad de medios detrás… Eso el jugador lo nota, para bien y para mal. En situaciones malas, la presión por el miedo al fracaso es grande. Yo se lo decía a la plantilla este año, que todo podía tornarse en un ambiente malo, pero que si conseguíamos tres buenos resultados al principio, sería diferente. Yo vi cómo La Romareda se llenó los últimos seis partidos del último ascenso y cómo esa caldera hizo que el equipo volase. Es un sitio difícil pero al que los jugadores siempre han querido venir.
En Zaragoza también ha tenido episodios desagradables, como uno al salir de un supermercado con un joven como protagonista. ¿Cómo vivió las no pocas críticas que recibidas?
El fútbol mueve tanto dinero y es un negocio tan importante que produce sentimientos en la gente que no se pueden controlar. Yo siempre he entendido que la crítica va con mi puesto de trabajo. Eso sí, cuando pasa al plano personal, cuando estás con tu familia o en una cafetería, ahí creo que hay que olvidar al jugador y pensar en la persona. Ahora, con el tema de internet se está perdiendo el respeto en este sentido y es una pena porque todos somos personas.
Hablando puramente de actualidad, ¿qué le ha sucedido al Real Zaragoza esta temporada para que a falta de 11 partidos esté en el 14º puesto de la clasificación?
Yo pienso que los primeros partidos que jugamos lo hicimos bien. Con tres o cuatro resultados diferentes, la gente ya se hubiera metido con el equipo, los jugadores habríamos cogido una confianza muy grande y el equipo hubiera funcionado solo. ¿Qué ocurre? Que no se dieron esos resultados y hubo mucho nerviosismo dentro del equipo y de la institución. Y de ahí está siendo difícil salir. Los resultados producen dinámicas que son las que te dan los ascensos y los descensos. Lo que este año ha faltado es tener la pizca de suerte que te dé un resultado positivo sin merecerlo.
¿Qué le parece la elección de Víctor Muñoz para el banquillo y qué balance hace de la labor de Paco Herrera?
Herrera me parece que era el entrenador idóneo. Podía conseguir los resultados para ascender, pero tuvo durante todo el año muchas trabas. A Víctor no lo conozco, pero las referencias que tengo son muy buenas. El otro día estaba hablando con Zapater y él estaba convencido de que iba a conseguir resultados cuanto antes. Espero y deseo que le dejen trabajar y no tenga ningún tipo de injerencia externa.
¿Qué trabas, a su juicio, son las que sufrió Herrera?
Yo las viví. Ha tenido que lidiar con temas complicados. En las últimas semanas siempre tuvo la espada de la destitución encima de él y así no se puede trabajar. Desde el principio, al haber llegado antes que el director general, la cosa empezó ya un poco torcida, sin esa confianza total. Me parece que fue una decisión acertada haber contado con él incluso para más años.